FOTO: Vista aérea oblicua del paseo marítimo y la avenida Rufo Rendueles tras la modificación indicada por imperativo judicial. Fecha: Noviembre de 2022. Foto: Rafael Suárez-Muñiz.
Artículo publicado en el nº 112-113 de la Revista Ábaco
Ramón López de Lucio
Doctor arquitecto urbanista
Catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid
Gijón es una ciudad de 270 mil habitantes que, aunque lentamente, pierde población (11 mil personas, un 4 % de la cifra del 2012), no deja de suponer el 27 % del total del Principado, superando holgadamente las 300.000 en temporada estival.
En relación con otras ciudades del norte peninsular —como Santander, Bilbao, incluso A Coruña— su singularidad estriba en el tamaño, la calidad, la posición central y la magnífica accesibilidad de su playa histórica, San Lorenzo, con su kilómetro y medio de longitud, delimitada por un amplio paseo marítimo que se prolonga a lo largo de 4 kilómetros, desde la iglesia de San Pedro hasta más allá del mirador del Rinconín.
Esa playa ha sido complementada en tiempos recientes por dos nuevos arenales, las playas de Poniente y de El Arbeyal.
San Lorenzo y su paseo marítimo son, sin duda, el principal atractivo de la ciudad y su área metropolitana desde el punto de vista social, recreativo, deportivo y paisajístico.
Tanto el casco histórico de la ciudad, como sus ensanches del siglo XIX y de las primeras tres cuartas partes del siglo XX, además de la parte más densa de la zona suburbana de Somió, están comprendidos en una franja de unos 1000 m de espesor, que se puede recorrer caminando en un tiempo máximo de 20 minutos; el tiempo medio oscilaría en torno a 10-15 minutos, lo mismo que se tarda si se utiliza la bicicleta o el autobús urbano.
Esta situación estratégica ha hecho del paseo marítimo (avenida de Rufo García Rendueles), en particular en los días soleados o apacibles de primavera, verano otoño e, incluso, invierno, el lugar privilegiado de paseo, sociabilidad (encuentros esporádicos), compras ocasionales, contemplación del océano y, por supuesto, acceso y disfrute de la playa y el mar en verano. Seguramente, el lugar más concurrido y de acceso más fácil y sostenible de todo el Principado de Asturias. No creo exagerar si afirmo que el 90 % si no el 95 % de los usuarios llegan andando o por medios de transporte público no motorizados.
Pero el objetivo básico de estas líneas no es glosar las excelencias del lugar —que desde luego deben ser reconocidas y valoradas, probablemente más de lo que se viene haciendo— si no exponer mi opinión en torno a la polémica que ha supuesto el cierre al tráfico rodado de 3 de los 4 carriles que existían inicialmente (uno de ellos ya había sido convertido en carril bici de doble dirección hace pocos años). En la primavera y el verano del 2022, coincidiendo con la salida parcial de la pandemia de 2020-21 y el fuerte incremento de la demanda de espacios públicos al aire libre: el tráfico rodado en la mayor parte de la avenida se limitó a un carril de servicio a las edificaciones en sentido este. Hasta que una decisión judicial, atendiendo a las protestas de algunos automovilistas (un ínfimo pero influyente porcentaje de usuarios si lo comparamos con el de peatones y ciclistas), obligó al Ayuntamiento a habilitar de nuevo (¿provisionalmente?) dos carriles, uno en cada dirección, desde la confluencia con la avenida de Castilla hasta la calle Eladio Carreño.
Lo cierto es que, hasta que se toma esa iniciativa, el espacio dedicado a la avenida propiamente dicha —acera de servicio a los edificios, banda de parking en línea, carriles rodados y mediana— ocupaba 23,50 m, más que el espacio dedicado al paseo marítimo, 20,50 m, incluyendo la franja de césped y arbolado que lo separaba del tráfico. Es decir, en un lugar tan peculiar e irreproducible, la avenida ocupaba el 53,50 % de la sección total (44 m en la zona ancha) y el paseo marítimo se debía contentar con el 46,50 % restante; realmente un 37,50 % si no se contabiliza la franja de verde no pisable; es decir, poco más de la tercera parte de la sección total. ¿Parece razonable ese reparto de superficies cuando pienso que nadie pone en duda la singularidad y relevancia del paseo marítimo?
En el otoño del 2022, después de la apertura al tráfico, que acabamos de comentar, de un segundo carril descendente hasta la calle Eladio Carreño, la disyuntiva que se presenta es clara: mantener los dos carriles, uno por dirección, o dejar tan solo un carril abierto en dirección este, dando un servicio mínimo imprescindible a los edificios de Rufo Rendueles. Esta última opción permitiría, además de mantener un holgado carril ciclista bidireccional y la franja de aparcamiento en línea anexa a la vía de servicio: el rediseño completo de un paseo marítimo de 26,50 metros, 10 m más de los que tiene actualmente. Esta importante ganancia espacial podría permitir más arbolado urbano, la implantación de terrazas asomadas al mar, nuevos espacios estanciales y de tránsito peatonal, etc.
La capacidad de tráfico rodado perdida al pasar de 3 a 2 carriles, en todo caso no muy significativa, puede justificarse dentro de la estrategia de reducción del tráfico privado dentro del centro, con sus innegables ventajas: reducción del consumo de combustibles; de la contaminación local y global; del ruido y de la accidentalidad, y de la mejora del paisaje urbano. La prioridad al transporte público y a los medios de movilidad no mecanizada: estarían plenamente en línea con los objetivos estratégicos a nivel nacional y europeo para hacer frente al cambio climático y convertir los tejidos urbanos centrales en lugares tranquilos, seguros y limpios.
Además, en el caso de Gijón y su frente marítimo oriental, esa ampliación permite sacar partido a la envidiable situación de su playa; no solo en términos medioambientales y sociales de ámbito local, también económicos y competitivos a escala regional y nacional, convirtiendo a la ciudad en un caso muy especial de potenciación de espacios centrales para el uso peatonal, la interacción social y el disfrute de la naturaleza.
Pienso sinceramente que el reto merece la pena y que los posibles sacrificios a corto plazo (en términos de movilidad rodada) se podrán convertir fácilmente en incentivos significativos tanto para el turismo estacional como para estimular la implantación permanente de nuevas actividades de alto valor añadido y, en consecuencia, de nuevas capas de población de elevada cualificación profesional, a las que se añadirían los servicios y equipamientos de todo tipo que demandarían.
¿No es esta perspectiva más prometedora que la comodidad de unos centenares de automovilistas diarios? Mi respuesta esta clara y estoy seguro de no ser el único en mantenerla. Solo queda consensuar un proyecto atractivo que permita ejecutar un paseo marítimo renovado y ampliado que fácilmente podría convertirse en un referente internacional.
El artículo está disponible en el número 111 de la Revista Ábaco.
Pincha en el botón inferior para adquirir la revista.