Extracto del artículo publicado en el nº 115 de la Revista Ábaco

Humberto Morales Moreno
Profesor/Investigador del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Universidad Autónoma de Puebla (México).
Ex campeón nacional de ajedrez y Maestro de la Federación Internacional de Ajedrez

Para Lazar y Víctor Jeifets

Cuando Arely Robles Jeifets me invitó a dar una charla para sus estudiantes de español en la Universidad Aeroespacial de San Petersburgo, relativa a temas de la relación bilateral México-Rusia, en el marco de los 130 años del establecimiento de relaciones diplomáticas, no dudé en ningún momento de hablar de la fascinante atracción mutua que une a nuestras culturas, entorno al emblemático año de 1917 y un pasaje relativamente poco estudiado, la presencia de un mexicano en el primer gran torneo internacional de ajedrez, financiado por la joven URSS en 1925.

Producto de esa charla surgió este ensayo donde hacemos un breve análisis histórico de las conexiones culturales y políticas que las dos grandes revoluciones sociales del siglo XX tuvieron entre sí, a pesar de las grandes diferencias en sus resultados. La Revolución Mexicana nunca abandonó su origen liberal constitucionalista, mientras que la Revolución Rusa se decantó por un modelo radical altamente centralizado y extremadamente violento. No porque en la mexicana la violencia no haya existido (más de un millón de desaparecidos entre 1910-1921), pero una vez pacificado el país, la no reelección presidencial y el rechazo a la violencia anticonstitucional fue la norma heredada de dicha revolución. Rusia atravesó una cruenta guerra civil entre 1918-1921 que dificultó enormemente la puesta en vigor de un modelo socialista de proyección internacional.

I

Como ya lo hemos afirmado en otros ensayos, México y Rusia se entrecruzan en un año clave: 1917. A pesar de aparentes similitudes que han originado una historiografía de influencias mutuas y procesos similares, en este ensayo partimos de la constatación comparativa que nos explica que en realidad las coyunturas de guerra diferentes tanto en México como en Rusia marcaron contenidos distintos en el discurso político de los revolucionarios en ambos mundos, a pesar de importantes coincidencias. El carácter antiimperialista de la Revolución Mexicana obligó a una estrategia de contención y negociaciones con los Estados Unidos, mientras que la Rusia de Lenin se enfrentó a una guerra civil derivada del carácter violento y militar de su lucha en el contexto del desgaste de la Rusia Zarista en la primera Gran Guerra. De esta forma el carácter «social-chauvinista» de la República de 1917 en México, con Venustiano Carranza al frente, no impidió una nueva constitución radical en materia de derechos sociales y económicos de los trabajadores mexicanos, mientras que, en la Rusia de la Constitución de 1918, dichos derechos estuvieron bajo un férreo control centralizado donde el sector campesino quedó totalmente subordinado a la dirección del Partido Bolchevique.

En este contexto, en el periodo de entreguerras a escala internacional, surge la figura del joven yucateco avecindado en Nueva Orleans, Carlos Torre Repetto, el gran ajedrecista mexicano que había sido campeón en los Estados Unidos. ¿Pero quién era Carlos Torre? Fue un Gran Maestro Internacional de ajedrez mexicano. Sus biógrafos mencionan que a los seis años aprendió a jugar. En 1916, su familia se mudó a Nueva Orleans (Luisiana, Estados Unidos). Allí, se convirtió en discípulo de Edwin Ziegler Adams, un conocido ajedrecista local, entonces vicepresidente del New Orleans Chess, Checkers and Whist Club.

Durante los años 1925-1926, fue invitado a participar en varios torneos internacionales: Baden-Baden, 1925 (décimo lugar); Marienbad, 1925 (tercer lugar); Moscú, 1925 (quinto lugar); y Chicago, 1926 (segundo lugar). Ese mismo año, gana el campeonato de México. En octubre de 1926, se difundió la noticia de padecer una crisis nerviosa, por lo que se vio obligado a retirarse del ajedrez de por vida. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) le otorgó en 1977 el título de Gran Maestro Internacional un año antes de su muerte, con un Elo de 2560 puntos, (aprox. 2720 actuales) ligeramente debajo de los tres grandes de su época: Lasker, Capablanca y Alekhine. Existe la controversia de que la crisis que sufrió al poco tiempo de regresar de la URSS pudo haber sido una maniobra doble: víctima involuntaria de los servicios de inteligencia americanos que sospechaban que Torre podría ser un propagandista de la COMINTERN desde Moscú. Y, en segundo lugar, que la crisis pudo ser provocada por envenenamiento o actos conspirativos en su contra de parte de los organizadores de torneos en Chicago y Nueva York que veían en Torre una amenaza latina en los Estados Unidos. Nunca quedó claro el incidente, pero la extraña enfermedad de Torre al regresar de su periplo soviético (después del torneo de Chicago de 1926) sirvió de pretexto para expulsarlo de los Estados Unidos y arruinar su carrera ajedrecística, lo que creó el misterio que rodeó su vida hasta su muerte en 1978.

Había razones de peso para sospechar de la primera hipótesis. La intromisión estadounidense en las cuestiones internas de México arreciaba desde 1912, en donde la embajada norteamericana era un centro de conspiración. La conducta de Henry Lane Wilson durante la decena trágica (febrero de 1913 que terminó con el asesinato del presidente Madero) acabó de demostrar cuán poco respeto le merecía la soberanía de México y hasta dónde era capaz de llegar. Con tal de mantener la independencia que se requería en los asuntos extranjeros, Carranza el presidente que hereda la revolución maderista, apoyó la neutralidad de México durante la Primera Guerra Mundial. En vez de alinearse con los vencedores, Carranza atacó a la Liga de las Naciones. El artículo 21 de la Carta de la Liga era particularmente irritante, pues reconocía la «Doctrina Monroe» y consolidaba la hegemonía de los Estados Unidos en América Latina. Carranza afirmó que como no se le había consultado a América Latina sobre esta decisión, no reconocería la Doctrina Monroe. Dijo que el hecho de reconocerla crearía un «tutelaje forzoso». Para Carranza la Doctrina Monroe y la Liga representaban una hegemonía peligrosa de Estados Unidos y de la nueva Europa. Afirmó que México no entraría a la Liga hasta que se estableciera «… una Igualdad perfecta para todas las Naciones y Razas». Carranza formuló sus opiniones en la llamada «Doctrina Carranza», una declaración fieramente nacionalista que se anticipaba a las actitudes contemporáneas del posteriormente llamado «tercer mundo»; y apelando a la Doctrina Calvo, pidió que la fuerza armada y la diplomacia arrogante, no se emplearan para proteger las inversiones extranjeras y a los ciudadanos extranjeros, a expensas de los ciudadanos de países débiles.

En los años 1920-1924, bajo el Gobierno de Álvaro Obregón se cuidó mucho la relación comercial y de solidaridad con el nuevo Estado Soviético bajo la óptica de equilibrio en las relaciones diplomáticas de México con el exterior, no sólo por la presión americana ya señalada, sino por la habilidad con la que los revolucionarios fagocitaron las demandas de los comunistas mexicanos, que a los ojos imperialistas parecía un tapete rojo pro-bolchevique, pero en realidad era un tapete propio nacionalista, antiimperialista pero de ninguna manera pro-soviético. En 1923, como consecuencia de las hambrunas del Volga en los momentos difíciles del nacimiento de la URSS, el representante de la Cruz Roja soviética, D.H. Dubrowsky escribió: «La Historia inscribirá en sus más bellas páginas que en el momento en que el pueblo ruso sufría expuesto a la prueba del hambre y la miseria, fue el pueblo del lejano país de México quien ayudó y le dio fuerzas para continuar la lucha».

Quizá esto facilitó también que, en su informe a la nación, el 1 de septiembre de 1924, el presidente Obregón declarara: «(…) en el ejercicio irrestricto de nuestra soberanía y de nuestra independencia y en cabal respeto al inviolable derecho de autodeterminación que tienen todos los pueblos y todos los países, […] hemos establecido relaciones diplomáticas con el país de los soviets».

II

Carlos Torre tenía ya un récord importante antes de ser invitado a Moscú. Como lo mencionamos líneas arriba, en Baden-Baden quedó en 10º lugar. Merece la pena destacar su empate con Alexander Alekhine, el ganador del torneo y que había adquirido la nacionalidad francesa al haber renunciado a su pasado soviético y acusado de traidor por el gobierno bolchevique. Sus biógrafos sostienen que, en 1920, siendo campeón soviético en Moscú, había trabajado como traductor en la COMINTERN. Y no debemos dejar pasar desapercibido su empate con Frank Marshall, el mítico campeón de los Estados Unidos que financió el viaje posterior de Torre a Moscú, convencido de que su talento lo colocaría como firme aspirante a la corona mundial. Además, en el viaje por trasatlántico Torre derrotó en una miniatura de exhibición al propio Marshall, donde inmortalizó su propia defensa, conocida como la defensa mexicana: Marshall-Torre: (1925) 1.d4-Cf6 2.c4-Cc6 3.d5-Ce5 4.b3-e6 5.Ab2-Ab4. 6.Cd2-Ce4 7.Ac1-Wf6 !!. Y Marshall se tuvo que rendir. Oficialmente la usó en el torneo de Baden-Baden contra el berlinés Friedrich Sämisch, quien quedó en tercer lugar. El resultado fue empate, con lo que la autoría incuestionable de la defensa mexicana se la debemos a nivel mundial a Carlos Torre.

Después vino el torneo de Marienbad ese mismo año. Su palmarés mejoró notablemente, empatando con los tres primeros lugares, nuevamente con su protector Marshall, pues estaba claro que Torre era el 1 y 2 del ajedrez estadounidense junto con el famoso campeón americano.

Finalmente llegó el torneo de Moscú de 1925. Este torneo condujo a Torre al definitivo reino de Caissa. Derrota en una famosa partida al excampeón mundial Emmanuel Lasker y hace tablas con el gran campeón mundial cubano José Raúl Capablanca (que también jugaba en Estados Unidos). Pero la literatura especializada en estos temas no hace mucho caso de la significativa victoria de Torre sobre el campeón americano: Frank Marshall. Si vemos sus resultados contra la primera escuadra soviética que se dio a conocer en este torneo tenemos: Bogoljubow (0) Romanovsky (0), Ilyn Zhenevsky,(1/2) Bogatyrchuk,(0) Verlinsky,(1) Rabinovich, (1/2) Gothlief, (1)Zubarev. (1) Marcador final: +3 =2 -3. Bogoljubow y Bogatyrchuk eran ucranianos de origen. Durante la hegemonía ajedrecística de la URSS, con la excepción del famoso campeón mundial cubano Capablanca, el americano de origen polaco Samuel Reshevsky, Reuben Fine de Nueva York y el americano Robert Fischer, que logró en solitario vencer dicha hegemonía en 1972, ningún otro jugador de origen latino, salvo Torre, logró un récord similar ante escuadras soviéticas.

Krylenko, el presidente de la naciente Asociación Soviética de Ajedrez invitó a Torre al torneo para noviembre de 1925 en virtud de sus triunfos en Estados Unidos. El torneo fue al mismo tiempo un experimento para impulsar la práctica masiva del ajedrez entre la juventud soviética y un arma muy útil de propaganda para enfrentar a Occidente en el terreno artístico, deportivo y cultural. En ese experimento se filmó la primera película documental «Shakhmatnaya Goryachka» (Fiebre del Ajedrez, obra del precursor del cine soviético Pudovkin) donde Torre aparece brevemente junto a la figura famosa del evento, que fue el gran campeón mundial cubano José Raúl Capablanca. En el segundo experimento, después de que Torre terminó el Torneo empatado en el 5º lugar de forma notable, y después de dar una exhibición de simultáneas en Leningrado, fue pedirle que redactara un texto que sirviera para medir el impacto psicológico y educativo que el ajedrez tendría para educar a las masas en plena revolución cultural. (Bajo la influencia de Vigotsky, Leontiev y otros precursores rusos de la escuela de psicología soviética) No es coincidencia que el gran Vigotsky presentara en 1924 en un congreso de neuropsicología en Leningrado sus temas sobre la psicología del comportamiento. El ensayo de Torre, publicado en ruso y posteriormente reeditado en español se llamó «El Desarrollo de la habilidad en el Ajedrez» que sirvió de inspiración para el programa de entrenamiento y didáctica del ajedrez soviético. Hoy en día, en el diccionario de ajedrez ruso se puede leer esta definición de la maniobra de «El Molino de Carlos Torre» que fue la partida en la que venció al excampeón Lasker en dicho torneo:

Мельница
«типовая комбинация с последовательным чередованием шахов и вскрытых шахов, объявляемых атакующей стороной. Именно «мельница» в партии с Эм. Ласкером прославила мексиканского гроссмейстера Карлоса Торре на турнире в Москве в 1925 г» («Molino. combinación típica con una alternancia consistente de jaques al descubierto declarados por el lado atacante. Es el «molino» en la partida contra Lasker que hizo famoso al Gran Maestro mexicano Carlos Torre en el torneo de Moscú en 1925»).

El artículo completo está disponible en el número 115 de la Revista Ábaco.
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