Vicente Alvarez Areces
Gijón, Marzo de 2018

La muerte de Stephen Hawking ha conmocionado a millones de personas en todo el mundo, impactadas por la singularidad de un personaje que ya es leyenda, no solo por su contribución a la astrofísica sino también por su coraje al afrontar una terrible enfermedad que ha ido destruyendo su cuerpo, manteniendo la mente lúcida como motor de su vida.

Stephen nació en Oxford el 8 de Enero de 1942, hijo de Frank e Isobel, que se habían trasladado allí desde Londres, en plena guerra mundial. Inició sus estudios universitarios como becado en Oxford y en Octubre de 1962 , a los 20 años, se traslada a Cambridge para estudiar Cosmología con Fred Hoyle, aunque no consigue convertirse en su discípulo. Poco tiempo después, en las navidades de ese mismo año, decidió someterse a pruebas médicas y se le diagnostica ELA, con un predicción inicial de dos años de vida, volviendo a Cambridge muy afectado por la noticia.

Reaparece en su vida Jane Wilde, estudiante de lenguas en St Albans, con la que contrae matrimonio, y le da fuerzas para afrontar su doctorado, que culmina a los tres años. La enfermedad sigue avanzando y él se apasiona con sus estudios hasta el punto de que, según su propia manifestación, empezó a trabajar en serio por vez primera en su vida. Se casa con Jane en 1955 y un año después se doctora. En 1967 nace el primero de sus tres hijos, Robert, lo que le impulsa a dar clases en Cambridge donde se dedica a relacionar la teoría de la relatividad de Einstein con la mecánica cuántica. En 1980 asume como titular la cátedra Lucasiana, de gran prestigio científico, ya que antes la ocuparon Newton y Paul Dirac.

Su contribución en el mundo de la Física está relacionada con el estudio de los agujeros negros y con la radiación emitida por estos, a la que se le dio el nombre de radiación Hawking, pudiendo ocasionar la evaporación de los mismos mediante un proceso muy dilatado en el tiempo. Ese planteamiento originó un gran debate ya que ese hecho podría destruir la información acumulada en el agujero negro, que contradecía las Leyes de la Mecánica cuántica. Hawking propuso una solución muy innovadora planteando que la información podía quedar almacenada en el horizonte de sucesos, para ser recodificada después en la radiación de evaporación.

En 1988, se da a conocer mundialmente con la obra Historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros, un libro dedicado a su esposa Jane , que tuvo un éxito extraordinario llegando a vender más de 25 millones de ejemplares . Como dice Carl Sagan, hay revelaciones en él muy lúcidas sobre las fronteras de la Física, la astronomía, la cosmología y otras materias.”. Dice Sagan que «también se trata de un libro acerca de Dios… O quizás acerca de la ausencia de Dios…» Y esto hace que sea totalmente inesperada la conclusión de su esfuerzo, al menos hasta ahora: «un universo sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin lugar para un creador».

En el año 1989 Stephen Hawking visita Asturias para recoger el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, acompañado de su esposa Jane, compartiendo Premio con Oscar Niemeyer, Gorbachov, y Delors, entre otros . El premio se le otorgó por «su trascendental labor investigadora sobre los fundamentos del tiempo y del espacio y como ejemplo de respuesta a las dificultades que la adversidad puede oponer a la condición humana».

Su discurso, para todos los que tuvimos la fortuna de escucharle, fue impactante y con una clara sensibilidad social hacia el mundo que habíamos construido. En él nos habló sobre las actitudes públicas ante la ciencia y la tecnología. También nos dijo que el pasado no había sido tan beneficioso para la mayoría de la población ya que la vida había sido sórdida, brutal y corta, salvo para una minoría de privilegiados.

Nos habló de que la competencia entre empresas nos trae avances tecnológicos y que la iniciativa y el ingenio son imparables e impulsan el cambio. Por ello alentó a que los ciudadanos adquieran una información básica para que los cambios vayan en la dirección correcta, y puedan tomar decisiones responsables sobre los peligros que nos acechan como la lluvia ácida, el efecto invernadero, la ingeniería genética o el peligro de las armas nucleares .

Finalizó, en medio de un impactante silencio, mostrándonos su fe en los seres humanos para no autodestruirse.

Stephen Hawking volvió a Asturias en el año 2005 con motivo del 25 aniversario de la Fundación Príncipe de Asturias, y desarrolló su conferencia en el Auditorio de Oviedo con gran expectación y altura científica. Dijo que «25 años es un período importante de tiempo términos humanos, pero yo vengo a hablar del rebobinado en la historia, en la historia del cosmos para ser más precisos», Su conferencia la tituló «Yendo atrás en la historia» y realizó una serie de reflexiones como que la mejor forma de acercarse al origen del universo no es de atrás hacia adelante, sino justo en dirección contraria, retrotrayendo desde el estado actual las historias que contribuyen a la integral del camino. Según Hawking, «no se puede afirmar que el mundo en el que vivimos tenga una historia objetiva independiente del observador, ya que las historias dependen de lo que está siendo medido». Con sentido del humor afirmó que «parece que existe un amplio panorama de espacios internos admisibles, pero vivimos en una región permitida antrópicamente , en la cual la vida es posible, pero creo que podríamos haber escogido un lugar mejor».

En este segundo viaje, acompañado de su segunda esposa Elaine Mason, visitó Oviedo y Gijón, recibiendo también un homenaje en la Universidad, con gran expectación , y se mostró siempre alegre y disfrutando de la vida, con todas sus limitaciones.

En el año 2007, en el mes de Marzo, con motivo de un viaje a Londres, tuve el placer de visitarle en su lugar de trabajo en Cambridge después de recorrer ese histórico Campus. En su funcional despacho, con el sintetizador de voz acoplado a su silla de ruedas, recordamos con agrado sus visitas a Asturias y hablamos del trabajo que en aquellos momentos estaba desarrollando. Siempre se declaró afortunado al haber elegido la Física teórica como su auténtica vocación, porque el motor de su vida ha sido la mente, y también su gran pasión para explicar el mundo que vivimos .

Diez años después, el 14 de Marzo de 2018, a los 76 años, desaparece una de las figuras más icónicas del mundo científico, sobre todo por su enorme capacidad de divulgación, no exenta de rigor, que ha estimulado a millones de personas a preguntarse por el origen y estructura del universo, y también por estimular innumerables vocaciones científicas. Todo ello unido a una tenacidad sostenida durante más de 50 años, venciendo las limitaciones de su cuerpo para aferrarse a una vida que asumía con sentido del humor, e invitaba a sumarse a la gran aventura de entender el universo.

Este obituario se publicó en el número 95-96 de la revista Ábaco, titulado Es tiempo de mujeres. Problemas, potencialidades y visibilidad en el ámbito de la arquitectura.