➔ Reseña publicada en el nº 119 de la Revista Ábaco
Los muebles del mundo
Ricardo Menéndez Salmón
ISBN-978-84-322-4269-4
272 páginas
Museo de Seix Barral, Biblioteca Breve. Barcelona, 2023.Reseña por Nacho F. Castro
Decía Hodge, el personaje interpretado por Jared Harris en Cazadores de sombras: Ciudad de hueso (Harald Zwart, 2013) que «…todo cuanto has oído sobre monstruos, sobre pesadillas, leyendas susurradas alrededor de una hoguera… Todas esas historias son ciertas. …» Pues bien, Ricardo Menéndez Salmón ha vuelto su hacer literario a lo que fuera el origen de su relevante presencia en el panorama literario español contemporáneo: el cuento (Los caballos azules, 2005; Gritar, 2007)… Y no es que el autor, punta de lanza de la “narrativa de ideas” en España, “tenga mucho cuento”, sino que en su voluntad de usar la literatura como instrumento de sosiego y consolación frente al caos del mundo y el sinsentido de la existencia, la narrativa breve (nunca cercana, desde luego, al boom de los microrrelatos) se constituye en pieza útil e imprescindible.
En ese sentido, nos propone ahora el autor veintiún relatos escritos a lo largo del último cuarto de siglo, once de ellos aparecidos ya en los tempranos libros citados, y diez más inéditos (o no incluidos en libros propios). Por supuesto, en ellos están los grandes temas habituales (la memoria y su relación con la identidad, el mal y el terror, el arte y el proceso de creación, la turbación ante lo sublime, el amor y sus vínculos con la locura y el misterio), decantando un regusto filosófico en la línea de grandes clásicos contemporáneos (Marcel Schwob, Borges, Onetti, Kafka o Saramago). Materia y actitud comunes, pues, con sus novelas que deriva en una patente sensibilidad moral ante el permanente estado de crisis del ser humano. Una línea que, más allá de la diversidad de personajes, ambientes y épocas (funcionarias, tenientes o condesas que habitan casas comunes o indagan en archivos nietzscheanos, talleres de algún pintor del siglo XVI o trenes de la muerte de la Segunda Guerra Mundial donde un chico moribundo halla triste consuelo en lo que atisba por una ranura de la madera, un armonista abandonado borracho por su cuarteto de jazz cuando viajaban al entierro de Charles Mingus, el chorizo que cree que toda vida -y sobre todo al suyapuede y debe reducirse a números, andanzas de exiliados rusos, rincones de Chicago, Montevideo o Madrid…), da coherencia a un conjunto tratado con la perseverante pericia en el manejo de la más fértil profusión de recursos (incluyendo tonos paródicos en el monólogo lapidario del obseso devoto de Pascual Duarte, o en el esperpéntico dúo entre un Astérix macroniano y un fantasmón émulo de Trump).
Sigue, pues, presente el gran estilo trufado con abundantes referencias culturales a pintores, filósofos, fotógrafos, escritores, músicos y hasta políticos (más o menos) transformados (o trastornados) que pululan por rincones y ámbitos llenos de malestares públicos, (sin) sentidos artísticos y desatinos existenciales. No se trata, en suma, con ese “fondo cultural” de contribuir a la literatura de vidas ilustras (más o menos) imaginarias, sino de enfrentar esos personajes al albur del fracaso, a la posibilidad de la nada, incluso a nuestra condición primigenia de seres para la muerte, un mal inapelable que sólo puede compensar precariamente la efímera complicidad con la belleza del mundo.
Acaso por ello, anticipa Ricardo Menéndez Salmón en la nota previa que «Todos mis relatos arrancan de esa visión de alguien rodeado por la oscuridad, pero en posesión de un privilegio». Un privilegio que le sitúa en un lugar destacado en
la larga estirpe de narradores ante la hoguera… Como él mismo asume: «Todos mis relatos son narraciones ante la hoguera, tentativas de que el fuego no se consuma, de que la noche no sea completa, irremediable.»
Y por ello son ciertos… Hay en ellos más verdad que en las noticias del pésimo mundo en el que vivimos con las que cada día nos salpican los medios de comunicación social.