FOTO: The 1897 Valencia Flood. Fuente: Biblioteca Valenciana
Extracto del artículo publicado en el nº 122 de la Revista Ábaco
Paul Josephson
Profesor emérito de Historia
Colby College de Waterville (Maine, EE.UU)
El 29 de octubre de 2024, un residente vio cómo un «tsunami» de lodo y escombros se catapultaba hacia él en la localidad de Paiporta, a unos 8 km del centro de Valencia. Al menos 60 personas murieron en Paiporta en la inundación, y un total de 222 individuos en la región. La zona es propensa a las inundaciones: entre 1483 y 1982 se registraron más de 400 en la provincia de Valencia, destacando las de 1897 y 1957.
La causa inmediata de las inundaciones de octubre fue una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que provoca fuertes aguaceros casi estacionarios. Las DANA se alimentan de aire húmedo procedente de las aguas cada vez más cálidas del mar Mediterráneo. El aire cálido puede retener mucha más humedad que el aire frío, y cuando en otoño las masas de aire ártico chocan con el aire cálido saturado, se producen enormes lluvias. El resultado son «grandes nubes convectivas con fuertes aguaceros e inundaciones repentinas».
Las fuertes lluvias habían azotado la región durante días, y algunos observadores temían el desbordamiento del río Turia, que atraviesa Valencia (788.000 habitantes). La agencia meteorológica emitió una alerta roja el 29 por la mañana, pero aunque las condiciones empeoraron, hubo que esperar hasta después de las 8 de la tarde para que el servicio de emergencias civiles ordenara a los residentes que se refugiaran en sus casas. Muchas zonas recibieron más de 300 l/m², y Chiva recibió 491 l/m² en sólo ocho horas, el equivalente a un año de precipitaciones. Una segunda crecida inundó la ciudad por la tarde, cuando el caudal del Turia se había duplicado hasta alcanzar los 3.700 m3/s.
Hay dos razones fundamentales que explican las inundaciones repentinas que azotan las ciudades del mundo con mayor frecuencia y poder destructivo. Una es el calentamiento global, que contribuye directamente a la intensidad y duración de los fenómenos meteorológicos. La otra es el exceso de construcción en los entornos urbanos, donde, a falta de leyes de zonificación, el hormigón y el asfalto han sustituido a la vegetación, las calles y aceras se han convertido en canales de desbordamiento, y las señales, bancos y otras infraestructuras se convierten rápidamente en escombros que, junto con el barro, taponan las cuencas.
RECONSTRUIR EL PAISAJE
Muchas grandes ciudades europeas están situadas en llanuras fluviales de ríos (París, Barcelona, Viena, Budapest y otras). Las inundaciones se producen debido a las lluvias torrenciales que canalizan el agua hacia las calles, la inadecuación de los sistemas pluviales y de alcantarillado, y el sellado del suelo bajo superficies duras que crean una mayor escorrentía. La escorrentía, la infiltración, la evapotranspiración (la velocidad a la que el vapor de agua es devuelto a la atmósfera desde el suelo y por las plantas) y las precipitaciones sobre superficies impermeables que vierten las aguas pluviales a los sistemas de alcantarillado, están desbordando las ciudades de todo el mundo.
Una inundación masiva en 1897 conmocionó a los residentes de Valencia. También fue causada por una DANA, que llevó al Turia a desbordar su margen izquierda, inundar el casco antiguo de Campanar y llenar los barrios de Les Tendetes, Marxalenes, La Saïdia y La Trinitat. Las fuentes informan de que no hubo víctimas personales, pero las aguas dañaron cientos de casas.
La riada del 14 de octubre de 1957 fue una llamada a la acción. Causó cuantiosos daños materiales y 81 muertos (cálculos posteriores indican que murieron unas 300 personas, pero el gobierno franquista no permitía informes públicos que revelasen el fracaso del Estado). En respuesta, las autoridades adoptaron el Plan Sur para proteger el centro de la ciudad. Enormes equipos de construcción trasladaron diez kilómetros del río Turia al sur de la ciudad. El desvío del Turia pretendía fomentar el desarrollo urbano, con edificios de apartamentos de gran altura y carreteras en el lecho del río. La vía verde del Jardín del Turia que llena el espacio se aprobó después de que los ciudadanos se movilizaran con éxito contra los planes urbanísticos franquistas.
Las medidas más importantes para controlar las inundaciones incluyeron la creación de embalses reguladores y canales de derivación. El nuevo cauce del río tiene capacidad para 5.000 m3/s, 1.200 m3/s más que la crecida de 1957.
El Plan incluyó la construcción de una vía fluvial de 13 kilómetros de largo y 250 metros de ancho, tres kilómetros más larga y 25 metros más ancha que el cauce anterior. El proyecto incluía quince puentes nuevos y, posteriormente, autopistas y líneas ferroviarias de alta velocidad. El Plan, realizado entre 1965 y 1972, costó 7.000 millones de pesetas tras un presupuesto inicial de 2.000 millones. El 25% del presupuesto corrió a cargo de los ayuntamientos y diputaciones valencianas, lo que obligó a los municipios a establecer recargos sobre los productos, el franqueo y los impuestos locales, medidas que fueron «muy impopulares».
En España, los planes nacionales de grandes proyectos datan de principios de los años 30 y estaban relacionados con la agricultura. Varios de ellos continuaron durante la Guerra Civil. Al igual que Joseph Stalin y otros dictadores que impulsaron grandiosos proyectos de construcción estatal como canales y centrales hidroeléctricas para demostrar públicamente su omnisciencia y brillantez, Francisco Franco apoyó las obras hidráulicas, especialmente en los años de posguerra. El 16 de junio de 1962, Franco visitó Valencia para celebrar los nuevos edificios, carreteras y el nuevo cauce del Turia. La inauguración oficial tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969.
Ingenieros de caminos y agrónomos participaron de buen grado en la modernización forzosa franquista del país en proyectos industriales, agrícolas e hidrológicos como el Plan Sur. En su Informe Anual de 1971, el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Fernández de la Mora, declaraba con orgullo que «España ocupa el tercer lugar del mundo por el número de sus grandes presas…
con una capacidad de embalse de 37.000 millones de metros cúbicos y que duplica la capacidad disponible en 1950. … España ha regulado en veinticinco años más agua que en los tres mil años de su historia anterior. …
En 1945 se regaban 1.400.000 hectáreas. Hoy se riegan 2.400.000 hectáreas, es decir, la cifra casi se ha duplicado». Los franquistas presumían con orgullo de mejoras portuarias, proyectos de trasvase y regadío, embalses y viaductos.
INUNDACIONES URBANAS
Gran parte del mundo conoce las inundaciones relacionadas con los grandes ríos del mundo: el Mississippi, el Nilo, el Yangtsé. Los ingenieros saben desde hace tiempo que la deforestación, el cultivo y el pastoreo han acelerado enormemente la erosión del suelo, la sedimentación fluvial y las inundaciones. Los agricultores son conscientes de que las llanuras de inundación de los ríos poseen las tierras más fértiles, y pueden esperar –y agradecer– las inundaciones primaverales para esparcir los nutrientes por sus campos. Sin embargo, por diversas razones, con las ciudades invadiendo las llanuras de inundación debido a los beneficios del transporte barato y el agua dulce, ahora es de esperar que se produzcan inundaciones significativas. Los costosos esfuerzos para controlar las inundaciones a veces han agravado la situación; los diques y otras mejoras que obligan al agua a entrar en canales más estrechos convierten las inundaciones de 100 años en eventos de 50 años, y las inundaciones de 50 años en eventos de 10 años. Después de cada inundación, las organizaciones de ingeniería pueden aumentar los presupuestos para realizar aún más mejoras. Este ciclo de mejoras, inundaciones, daños materiales y pérdida de vidas humanas, seguido de más mejoras, se ha manifestado desde Brasil hasta China, pasando por Estados Unidos y Europa.
Las inundaciones son ahora un fenómeno urbano esperado, aunque temido, ya que la construcción de carreteras, fábricas y viviendas a lo largo de los ríos hace que gran parte de las superficies de captación fluvial sean impermeables. La infiltración se reduce, los volúmenes de escorrentía aumentan y las redes de drenaje (desagües y alcantarillas) se ven fácilmente desbordadas en las tormentas. Las inundaciones son la catástrofe natural más común y la principal causa de mortalidad por catástrofes naturales en todo el mundo. Entre 1980 y 2009 se produjeron aproximadamente 540.000 muertes, 362.000 heridos y cientos de millones de personas desplazadas. Un suceso, ocurrido en Bombay y sus alrededores el 26 de julio de 2005, causó la muerte de más de 1.000 personas.
Los vídeos del barro derramándose por las calles de Paiporta confirman otra perogrullada: En general, las inundaciones son un fenómeno catastrófico del primer mundo, donde el 60% de las muertes están relacionadas con los vehículos y con conductores demasiado confiados que se quedan atascados y son arrastrados por la corriente. (En los países desarrollados, ir en un vehículo a motor y ser varón se asocia a una mayor mortalidad, mientras que las mujeres tienen más probabilidades de perecer en las inundaciones en los países de renta baja). Una vez construidos los sistemas de carreteras, servicios públicos, ferrocarril y metro, también necesitan defensas contra las inundaciones para su protección. En agosto de 1994, las lluvias torrenciales y las inundaciones que acompañaron a una tormenta eléctrica sobre el centro de Londres provocaron el cierre de veintinueve estaciones de metro y dejaron varados a 60.000 pasajeros. Como se observó en Valencia, los sistemas de transporte eran muy vulnerables a las inundaciones.
Los riesgos de inundación también han aumentado en frecuencia y magnitud en las ciudades del Tercer Mundo, y por razones similares a las de Europa y Estados Unidos, principalmente el uso del suelo con controles inadecuados para preservar los espacios verdes y una coordinación incompleta entre los departamentos gubernamentales.
El artículo completo está disponible en el número 122 de la Revista Ábaco.
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