Daniel Marías
Geógrafo
Profesor de la Universidad Carlos III de Madrid
Coordinador de este monográfico de viajes

En este texto comento qué nos motivó a realizar esta monografía –a la que hemos decidido finalmente darle el título de «El viaje como forma de conocimiento» con la intención de subrayar una dimensión que nos parece fundamental, aunque sin obviar otras muchas– y rindo tributo a las fuentes de inspiración. El lector tiene en sus manos un número monográfico de la revista Ábaco dedicado al siempre atractivo y nunca agotable mundo del viaje –qué iba a decir si no un geógrafo enamorado– que he tenido el placer de coordinar. Como no podía ser de otra manera, es heterogéneo, y ahí radica en buena parte su interés y atractivo: ofrecer miradas y puntos de vista diversos relacionados con un asunto infinito, como cuando uno llama la atención a alguien sobre determinados astros al levantar la vista, en una noche oscura (rara avis de las grandes urbes, ¡maldita contaminación lumínica!) y contemplar extasiado la vastedad y hermosura del firmamento.

El viaje, la movilidad geográfica, entre otras cosas condicionada a en buena medida por los medios de transporte, es y ha sido un factor clave a lo largo de la historia del ser humano, motor de desarrollo, transformaciones e intercambios, responsable en buena medida de la configuración de los distintos lugares que componen el mundo en cada época, y factor de suma transcendencia en numerosas biografías. A raíz de distintas efemérides relacionados de una u otra forma con el mundo del viaje (algunas de las cuales aparecen explicitadas y homenajeadas a continuación en orden cronológico), pensamos que sería una buena idea dedicarle al asunto –de tanta actualidad como atemporal– un número de la revista Ábaco, que trata siempre de abordar temas de interés para los lectores y de estar «a la altura de los tiempos», que diría Ortega.

Medio milenio del inicio de la primera vuelta al mundo

En 2019 se han cumplido nada menos que 500 años del inicio de una gesta tan singular y bárbara como arriesgada y accidentada: el descubrimiento del estrecho sudamericano y la primera circunnavegación del planeta, a cargo de una expedición capitaneada inicialmente por el luso Fernando de Magallanes (asesinado en 1521 frente a la isla de Cebú) y continuada con éxito desde las islas Molucas por el marino guipuzcoano Juan Sebastián Elcano (h. 1476-1526), que logró atravesar en la nao Victoria –la única de las cinco que habían partido– el océano Índico y bordear el continente africano –en ruta harto peligrosa, entre otras cosas por estar bajo dominio portugués– para arribar junto a menos de una veintena de maltrechos supervivientes, en 1522 –tras casi tres años de aventuras– al puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda con 26 toneladas de especias, lo que suponía la consecución de una hazaña desconocida hasta aquel momento, que luego fue dada a conocer e inmortalizada, entre otros, por el caballero lombardo Antonio de Pigafetta, y que ha pasado a la posteridad por el diario de abordo que escribió y publicó, recientemente reeditado. El objetivo de aquel viaje, alentado por la corona castellana encarnada en el todopoderoso Carlos I, no era otro que hallar la mejor manera posible (más rápida, barata y segura) de hacerse con las codiciadas y valiosísimas especias, abundantes en Oriente, sin entrar en competencia ni conflicto con Portugal, motivación que había propiciado, treinta años antes, y también por la «vía del Oeste», el «descubrimiento» de «América» por parte del genovés Colón (1451-1506), que puso pie en una de las islas Bahamas el 12 de octubre de 1492. Hacerse con el control de la Especiería era una «prioridad de Estado», y pese a las dificultades en 1525 zarpó otra expedición hacia allá, en la que también participó Elcano, y que estuvo comendada por fray García Jofré de Loaysa. Ambos perdieron la vida, siendo el primero en regresar a España –¡doce años después!– el también guipuzcoano Andrés de Urdaneta, marinero que acabaría descubriendo el «tornaviaje» y siendo un extraordinario explorador. Pero esa es otra historia.

Como no podía ser menos, esta importante efeméride ha supuesto la realización de exposiciones y conferencias, así como la publicación y reedición de libros y monográficos de revistas, como el del Boletín de la Sociedad Geográfica Española.

250 años del nacimiento del «príncipe de los viajeros»

Así fue apodado el prusiano Alexander von Humboldt (1769-1859), reclamado hoy día como padre moderno de varias disciplinas, entre ellas la Geografía. No es de extrañar, habida cuenta su enorme curiosidad, su saber enciclopédico y su deseo de emplear métodos científicos, por más que fuera, también –¿por qué habría de estar reñido?– un artista. Desde bien joven alentó en él «[…] el afanoso deseo de recorrer tierras lejanas, poco visitadas por europeos. Este anhelo caracteriza un momento de la vida en que ésta se abre ante nosotros como un horizonte sin límites, en que nada nos atrae tanto como las intensas conmociones espirituales y las imágenes de las peripecias físicas». Gracias al apoyo de la corona española Humboldt pudo, entre otras muchas cosas, realizar –junto con el destacado naturalista Aimé Bonpland– un largo y decisivo viaje por las Américas españolas, del que nos han quedado numerosas y preciosas páginas e ilustraciones, como las que por ejemplo pueden disfrutarse en Voyage.

El artículo completo está disponible en el número 101-102 de la Revista Ábaco.
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