Extracto del artículo publicado en el nº 110 de la Revista Ábaco

Gerardo del Cerro Santamaría
U.S. Fulbright Award Recipient (Urban Planning)
Visiting Scholar, University College London (2022)

La globalización ha provocado una mayor exposición a los contextos y prácticas interculturales. Los investigadores también observan cómo sus prácticas profesionales incluyen, en un grado cada vez mayor, una exposición a investigadores y prácticas en otros contextos y disciplinas. En el campo del urbanismo esta exposición se produce, fundamentalmente, a través de tres procesos: (1) procesos de aprendizaje e investigación participativos en redes formadas por alianzas de investigadores, o investigadores y ciudadanos, en la ciudad intercultural y co-creadora; (2) circuitos transnacionales de ideas de investigación (un proceso de simbiosis intercultural) que marcan los patrones de difusión de conceptos y prácticas; y (3) la formación de ensamblajes interculturales como clusters transdisciplinarios para la formación del conocimiento, dado que los procesos interculturales son también procesos interepistémicos.

Los procesos de investigación intercultural que se manifiestan en alianzas, circuitos y ensamblajes (urbanismo participativo, transnacional y transdisciplinario) coadyuvan a resaltar la complejidad de las prácticas interculturales y sus implicaciones. El aprendizaje, la investigación y el conocimiento son procesos colectivos y participativos (cada vez más entre culturas y naciones, pero también dentro de espacios interculturales urbanos delimitados), que requieren la formación de alianzas.

Además, la formación de flujos y circuitos de ideas de investigación entre culturas es, por definición, un proceso intercultural de generación de conocimiento. Dado que los contextos disciplinarios tienen sus propias culturas de investigación, la investigación intercultural es un proceso transdisciplinario de ensamblaje interepistémico. Las alianzas y los circuitos no se desarrollan fácilmente y, de hecho, suelen enfrentarse a múltiples desafíos e inconvenientes. Una posible solución sería, por tanto, adoptar un enfoque transdisciplinario del urbanismo con el fin de fomentar y expandir la investigación intercultural.

La investigación intercultural se refiere a la investigación entre culturas.Como argumenta Dahl, “la idea de un conjunto de valores compartidos, aunque distintivos, sostenidos por una sociedad con comportamientos y artefactos resultantes es fundamental para la idea básica de ‘cultura’ dentro del ámbito de la investigación intercultural” (DAHL, 2004: 12). Hofstede define la cultura como “la programación colectiva de la mente que distingue al miembro de un grupo o categoría de personas de otro” (HOFSTEDE, 1994: 5).

Hofstede expande el concepto de ‘programación colectiva’ sugiriendo que la cultura podría, por tanto, “situarse entre la naturaleza humana, que no está programada ni es programable, y la personalidad del individuo” (HOFSTEDE, 1994: 8).

Por otra parte, Spencer-Oatley define la cultura como “un conjunto difuso de actitudes, creencias, normas de comportamiento y suposiciones y valores básicos que son compartidos por un grupo de personas, y que influye en el comportamiento de cada miembro de la comunidad y en su interpretación del comportamiento de otras personas” (SPENCER-OATLEY, 2000: 37).

Así pues, tanto Hofstede como Spencer-Oatley destacan la dimensión colectiva de la cultura, que también proponemos aquí. En este artículo, utilizamos una definición de trabajo pragmática de la cultura dentro del campo del urbanismo como un conjunto de prácticas de investigación que identifican a los investigadores como tales. La investigación intercultural aquí se acerca a la noción de “cultura epistémica” (KNORR CETINA, 1999). La investigación intercultural en el urbanismo estaría representada por un tráfico sostenido de ideas y prácticas que redefinen las culturas de investigación como ensamblajes. En el contexto actual de necesaria innovación epistemológica y metodológica, se trata de prácticas que no representan, en general, la cultura académica institucionalizada, caracterizada por una rigidez y una jerarquización excesivas.

Por tanto, adoptamos una concepción dinámica de la cultura y la investigación, y consideramos que la investigación intercultural trasciende necesariamente los límites disciplinarios convencionales. En lugar de explorar las metodologías más apropiadas para la investigación intercultural y las comparaciones interculturales, este artículo presenta ejemplos de investigación intercultural en el urbanismo, sus posibilidades y desventajas, y sugiere posibles formas de avanzar en la investigación intercultural y transdisciplinar al proponer los ensamblajes como una ontología para el urbanismo y la transdisciplinariedad como estrategia epistémica o de investigación.

Aprendizaje social

Un factor que aumenta el potencial de la investigación intercultural es la idea de que el aprendizaje es esencialmente un proceso social y colectivo. El aprendizaje y la investigación son prácticas culturales limitadas por valores reflejados en las prácticas. Son prácticas fundamentalmente colectivas. Según Vygotsky (1962), aprendemos a través de nuestras interacciones y comunicaciones con los demás. Las interacciones de los estudiantes y los alumnos con sus compañeros, profesores y otros expertos conducen a un mejor aprendizaje. Por lo tanto, es posible crear entornos de aprendizaje apropiados que maximicen las oportunidades de los participantes para corregir y mejorar a través de la discusión, la colaboración y la retroalimentación.

También aprendemos y construimos conocimiento, según Vygotsky, dentro de los límites de nuestros propios marcos culturales, reglas y habilidades. La cultura se convierte así en el factor más importante para el aprendizaje, la investigación y la creación de conocimiento (VYGOTSKY, 1962). Para Vygotsky, “el lenguaje es la principal herramienta que promueve el pensamiento, desarrolla el razonamiento y apoya actividades culturales como la lectura y la escritura” (VYGOTSKY 1978).

En parte como una aplicación de las ideas de Vygotsky, realicé un estudio de los modos de comunicación y el contenido utilizado por estudiantes de ingeniería en un curso-proyecto especial, Robótica para Teatro, enfocado en la planificación y construcción de un robot que participaría como actor en una producción teatral (del Cerro Santamaría et al, 2015). Los proyectos de los estudiantes estudiados en el programa piloto asumieron el formato de desarrollo y entrega de productos basados en los requerimientos de un cliente. Un escenario preferido involucraría socios industriales que patrocinan y participan en proyectos específicos de creación de prototipos de productos. En este caso ideal, un representante técnico de cada socio industrial sería el cliente del equipo de estudiantes que trabaja en el proyecto del socio industrial. Este modelo fue implementado con éxito por el Prof. Leifer en la Universidad de Stanford, en un curso de posgrado (LEIFER, 1997).

El análisis del estudio de caso del proyecto Robótica para Teatro reveló que los aspectos sociales de la dinámica de equipo tuvieron un impacto positivo significativo en el aprendizaje de los estudiantes: (1) el papel del asesor como facilitador de información y “lazo débil” en la red, y también los frecuentes contactos informales entre los estudiantes del equipo, fomentaron la movilización de recursos en el proceso de aprendizaje; (2) la confianza dentro del equipo impulsó la innovación. La fuerte amistad y la experiencia de trabajo en equipo del grupo fueron fundamentales para una dinámica de equipo eficaz; (3) probablemente por falta de tiempo, el campo del teatro no se convirtió en un referente fundamental del proyecto, contrariamente a lo previsto; (4) las limitaciones de tiempo y las dificultades técnicas en la implementación impidieron progresar de la forma esperada; (5) las reuniones informales fueron cruciales en la progresión del diseño y la implementación.

Inteligencia colectiva

El concepto de “aprendizaje social” contribuye a avanzar lógicamente hacia la idea de “inteligencia colectiva”. El Centro de Inteligencia Colectiva del Instituto Tecnológico de Massachusetts está plenamente dedicado a promover el conocimiento sobre este tema. La cuestión acerca de la inteligencia colectiva ha sido objeto de análisis por parte de algunos investigadores visionarios a lo largo de la historia de Internet. Es el caso de Douglas Engelbart, que inventó el groupware, el ratón y una forma de hipertexto diseñada para el conocimiento colectivo.

En 1963, Engelbart afirmaba que “el gran desafío es impulsar el coeficiente intelectual colectivo de las organizaciones y de la sociedad”. Su idea de bootstrap trataba de un sistema humano-máquina para aprovechar, simultáneamente, tanto el conocimiento recopilado para el aprendizaje como la evolución de nuestra tecnología para el aprendizaje colectivo. En los sistemas humano-máquina, tanto la persona como la máquina contribuyen activamente a la inteligencia resultante, cada uno haciendo lo que mejor sabe hacer.

Otros pioneros del modelo humano-máquina de inteligencia colectiva fueron Norbert Wiener, el padre de la cibernética, Buckminster Fuller, el inventor consumado y pensador de sistemas, y Stewart Brand, creador de la primera gran comunidad virtual en Internet. Tim Berners-Lee, el inventor de la World Wide Web, describe su visión de la Web Semántica en estos términos: “La Web Semántica no es una Web separada sino una extensión de la actual, en la que la información recibe un significado bien definido, de modo que permita que las computadoras y las personas trabajen en cooperación” (énfasis agregado en GRUBER, 2008: 2).

La mayoría de los debates sobre inteligencia colectiva o “sabiduría de multitudes” se refieren a la Web Social. Aquí la idea es que las contribuciones individuales de los participantes de la web crean valor para cualquier persona con solo estar disponibles para su lectura y uso. Sin embargo, no está claro en qué medida surgen nuevos conocimientos por la yuxtaposición de un gran número de datos y fuentes de información. Como sostiene Gruber, el conocimiento emergente tiene lugar cuando “el sistema permite el cálculo y la inferencia sobre la información recopilada, que conduce a respuestas, descubrimientos, o otros resultados que se no se encuentran en las contribuciones humanas” (GRUBER, 2008: 5).

En la práctica, el “conocimiento emergente” es uno de los posibles resultados de la investigación intercultural. El surgimiento del conocimiento en la investigación intercultural se materializaría si los participantes de la investigación fueran capaces de “extraer” su inteligencia colectiva. La investigación intercultural se puede concebir como un repositorio de información. También se puede concebir como un marco activo donde los participantes interactúan activamente para expresar sus intereses y necesidades de conocimiento, para solicitar conocimientos específicos y para aplicar el conocimiento intercultural a la resolución de problemas y en general para abordar sus necesidades colectivas.

Culturas epistémicas convergentes

El enfoque en este trabajo es la construcción, dentro del campo del urbanismo, de las infraestructuras de construcción del conocimiento, reubicando la cultura en las microprácticas de la vida de la ciudad como un hábitat acotado de la práctica de la investigación intercultural a través de procesos de formación de alianzas. Sin embargo, no todos los lugares de investigación intercultural en urbanismo son espacios delimitados, y hay motivos para incluir en la agenda empírica lugares más distribuidos. Aquí describimos redes y circuitos más amplios de generación de conocimiento como investigación intercultural en lo que a menudo se conoce como “espacio urbano transnacional”. Se trata de utilizar la noción de “cultura epistémica” de Knorr Cetina (KNORR CETINA, 2007), modificada con la noción de “convergencia”.

Los investigadores en el campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología están proporcionando ejemplos que indican un cierto grado de convergencia de los campos de investigación bajo un nuevo paradigma tecnocientífico. En su mayoría, estas discusiones se refieren a la macroescala y adoptan una comprensión amplia de la convergencia. Kastenhofer (2007) introduce un enfoque en las culturas epistémicas y plantea la pregunta de qué podría implicar la convergencia en el nivel micro de las prácticas de investigación cotidianas. Distingue tres formas de cambio científico a lo largo del tiempo (convergencia, divergencia y emergencia) y tres modos de convergencia (cooperación, integración y asimilación).

Estas ideas aportan elementos innovadores a la imaginación urbana. Como señala Sanyal (2005: 22):
“No hay un núcleo cultural, o un núcleo de la planificación de la cultura, no hay un gen social que pueda ser decodificado y revele el ADN de la cultura del planeamiento en la práctica. La cultura del planeamiento, al igual que la cultura social más amplia en la que se inserta, está en constante cambio”.
Por lo tanto, el centro de interés para la investigación intercultural en la planificación urbana debería ser el proceso continuo de cambio social, político y tecnológico, que afecta a la forma en la que los planificadores en diferentes escenarios conceptualizan los problemas y estructuran las respuestas institucionales a ellos.

El artículo completo está disponible en el número 110 de la Revista Ábaco.
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