Hace ahora diez años, allá por el año 2003, el fotógrafo chino Hu Guoqing hizo su primer viaje al extranjero. El destino era muy especial: cubrir la guerra de Iraq. Iba a hacer fotos junto a su compañero Zhang Hongwei para el periódico Hua Shang Daily, de la provincia noroccidental de Shaanxi, en el que lleva trabajando toda su vida.

De hecho lleva más de 20 años cubriendo eventos por toda China, desde accidentes de mina, hasta los Juegos Olímpicos de Pekín o los terremotos de Sichuan, pero aquel viaje de 28 días en Iraq cambió su vida. Todo por seguir su pasión y querer fotografiar a un niño que acababa de recoger materiales que repartía la Cruz Roja en un campo de unos  2.000 refugiados en la ciudad de Umm Qasr.

Cuando llegó a Kuwait el 16 de marzo de 2003 se enteró de que no podía entrar tan fácilmente en la zona de guerra. Los primeros días se le fueron entre visitas al centro de prensa, hacer hasta un total de acreditaciones y tomar fotos por la zona con un intérprete chino que hablaba chino, inglés y árabe, y que a su vez hacía de conductor, cobrando unos 300 dólares por jornada.

Pasaron diez días hasta que Hu pudo poner un pie en Iraq. Fue a través de un viaje organizado por el Centro de Prensa. En total iban unos 200 periodistas en cuatro camiones y cuatro autobuses siguiendo la entrega de ayuda humanitaria. Además de Hu, también entro otro colega chino del Diario de Cantón, pero debido a las limitaciones de espacio, no hubo hueco para el intérprete del fotógrafo.

Era el primer viaje organizado para los medios de comunicación desde el estallido de la guerra y el entusiasmo era palpable entre los periodistas y fotógrafos. «No tenía experiencia y simplemente seguí mis instintos», explica Hu en una entrevista con la revista Ábaco en Pekín.

Dejaron la ayuda en una parte del desierto próxima a la autopista. «Cuando me di cuenta, el camión en el que había llegado se había ido y me encontraba solo en medio de una zona del desierto poblada de refugiados», dice Hu.

Le rodearon centenares de ellos. Lo único que querían era comida y su dinero. Tenía 15.000 dólares en sus bolsillos pero se hizo el loco pretendiendo que no entendía. Lo cierto es que no hablaba ni una palabra de inglés ni de árabe. Tampoco podía hacer llamadas de teléfono porque no había señal, así que se centró en llamar la atención de unos 100 coches que pasaron por los alrededores, algunos de soldados americanos, pero no tuvo éxito.

Las horas pasaban y la oscuridad le atrapaba. Se había olvidado una pequeña bandera china que siempre llevaba con él y ni siquiera sabía decir de dónde era. Decidió coger la autopista por la que había llegado y caminar. Por suerte no se desvió a los alrededores, ya que después se enteraría de que había numerosos campos con minas que podían explotar en cualquier momento.

Entonces vie un Jeep de marca japonesa con las letras TV escritas n el frente. Pensó que aunque el coche le atropellase, tenía que hacer lo que fuese por pararlo. Mostró sus cámaras en alto, y milagro, el coche paró.

Subió sin pensárselo dos veces, pero estaba rodeado de refugiados que querían coger cosas del coche. Algunos alcanzaron a coger algo del maletero. Dentro estaban tres periodistas españoles: Paco Forjas de Radio Nacional de España (RNE) y Jordi Regas y Eric Van-Hooft de TV3.

«Nos fuimos rápido, muy rápido, y yo iba con las piernas fuera, hasta que con la ayuda de los tres periodistas que iban dentro y que me salvaron la vida me consiguieron meter del todo dentro y cerrar la puerta», explica un agradecido Hu.

Al recorrer unos cuatro o cinco kilómetros pararon y comprobaron si les habían robado los materiales. Por suerte solo se habían hecho con botellas de agua mineral y también con algunos paquetes de galletas.

Intentó dar las gracias en chino: «xiexie», y uno de los periodistas, contestó con un hola en chino: «nihao». Esa fue la poca conversación que pudieron mantener en el coche, hasta que llegaron al hotel en Kuwait.

«En aquel momento no me importaba la vida, estaba atontado, después de despedirme de aquellos periodistas españolas no podía reaccionar», recuerda Hu, quien planea ahora en viajar a España para agradecer en persona la ayuda de sus colegas.

Texto: Rita Álvarez Tudela
Pekín (China)

Fotos: Hu Guoqing y Rita Álvarez Tudela