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Extracto del artículo publicado en el nº 114 de la Revista Ábaco
Gilda Lopes Encarnação
Licenciada en Lenguas y Literatura Modernas (Estudios ingleses y alemanes)
El 6 de marzo de 1552, Salomón, el elefante indio regalado por el rey Juan III al archiduque Maximiliano, llegó a Viena, tras un largo viaje a través de la Península Ibérica, Italia y Austria, desafiando los rigores del invierno alpino, a paso lento durante gran parte del trayecto, en barco entre Rosas y Génova y más tarde de Innsbruck a Viena, acompañado de un inmenso séquito real durante casi todo un año.
El 24 de noviembre de 1999, José Saramago se aloja en el «Hotel Elefante», en Salzburgo, y encuentra extraña la enorme estatua de un elefante a la entrada del hotel y un friso de madera en el restaurante, que representa el itinerario de un elefante, desde Lisboa (Torre de Belem) hasta Viena (Catedral de San Esteban).
De la combinación de «ignotos fados», como dice Saramago en la nota inicial del Viaje del elefante, nace una hermosa narración, entrelazada con humor e ironía, sarcasmo y parodia, sobre un elefante más o menos olvidado en Belem, Salomão o Solimão de nombre, y su Mahout, Subhro, o Fritz, como lo bautiza más tarde el archiduque, ambos camino de Viena, ambos protagonistas de un nuevo reconocimiento de la condición humana y del sentido de la existencia. A lo largo del itinerario -geográfico e interior-, el lector se topa con personajes extraños y extraordinarios: un comandante de caballería que se entretiene leyendo, por cuarta o quinta vez, el Amadís de Gaula; un elefante que salva, con sus barrites, a un soldado perdido en la niebla y se arrodilla después ante la basílica de San Antonio de Padua; una reina que se conmueve ante la noticia de la muerte de Salomón, gritando simplemente «no quiero saber» cuando la trágica misiva llega a Lisboa; un mahout dotado de una sabiduría antigua y enigmática, un domador de elefantes que cuestiona y critica, que juega con las palabras y sus múltiples significados, que desnuda la hipocresía y el cinismo entre los hombres, la corte y la iglesia; y un novelista que «pone su mano amiga en el hombro de Subhro», divirtiéndose con el enfrentamiento entre los armeros austriacos, imponentes y brillantes, y las tropas portuguesas, miserables y mal montadas, ironizando sobre la «insistencia» austriaca en dar nombres alemanes a ciudades y desfiladeros, posadas y albergues situados en territorio italiano: «la cosa se explica si recordamos que la mayoría de los huéspedes que vienen aquí son precisamente austriacos y alemanes a los que les gusta sentirse como en casa». Razones parecidas llevarán un día, en el Algarve, a que alguien escriba, que toda playa que se precie, no es playa sino beach, cualquier pescador será fisherman, así se considere o no, y si se trata de pueblos de vacaciones, en vez de aldeas, ya sabemos que está más aceptado decir holiday ́s village o village de vacances, o ferienorte” (pp. 233-234)).
Antecedentes históricos
Salomón nace en la provincia de Kerala, al suroeste de la India, probablemente en 1540. Embarca en Goa, en 155051, y llega a Lisboa a principios de 1551. Juan III regaló este elefante indio a su sobrino Maximiliano de Bohemia y Hungría (1527-1576), archiduque de Austria, príncipe del Sacro Imperio Romano-Germánico y coronado emperador (Maximiliano II) en 1564. El elefante llegó a Viena el 6 de marzo de 1552, rodeado de júbilo popular. Se dice que existe una carta en la que Juan III sugiere a Maximiliano que llame al elefante Salomón, el mayor enemigo del mundo cristiano europeo de la época. El sultán Salomón (Salomón I, sultán del Imperio Otomano) había logrado expandir su imperio hasta la frontera austriaca. Bautizar al elefante con el nombre del sultán era una forma de humillarlo y esclavizarlo. El historiador austriaco Ferdinand Opll afirma, sin embargo, que tal carta nunca existió. Allá por donde pasó Salomón a lo largo de su extenso viaje, quedaron profundas marcas:
- En edificios (como la famosa «casa del elefante» en Viena)
- En posadas y albergues
- En pinturas y murales
- En un cuento infantil de la escritora alemana Margret Rettich («Soliman, der Elefant», 1984)
- En un documental de 2007 del director suizo Karl Saurer titulado «Rajas Reise»
- En la novela de José Saramago (2008)
Existe poca bibliografía en portugués sobre el elefante Salomón. La escasez de datos y documentación no permite establecer con exactitud el recorrido del elefante antes de desembarcar en Savona, cerca de Génova, el 12 de noviembre de 1551. Sabemos, sin embargo, que Salomón salió de Barcelona el 20 de octubre de 1551. El séquito real que acompañaba al elefante atravesó, a pie, los Alpes desde Génova hasta Innsbruck, desde donde partió en barco por el río Inn y el Danubio. El viaje de Barcelona a Viena duró cinco meses (de octubre de 1551 a marzo de 1552).
Sin embargo, es posible establecer el itinerario y la cronología siguientes, según los datos existentes:
- Valladolid —llega aquí probablemente en el verano de 1551
- Barcelona —20.10.1551
- Savona —12.11.1551
- Génova
- Milán —2.12.1551
- Cremona
- Mantua —6.12.1551
- Verona
- Trento —13 diciembre 1551
- Bolzano/Bozen —16 diciembre 1551 (Eisacktal entre Bozen y Brixen)
- Bressanone/Brixen —18 diciembre 1551 (Paso del Brennero entre Brixen e Innsbruck)
- Innsbruck —06.01.1552 (a partir de aquí el viaje continúa en barco por el Inn)
- Wasserburg —23.01.1552
- Mühldorf —24.01.1552
- Passau —08.02.1552 (a partir de aquí, el viaje continúa en barco por el Danubio)
- Linz —finales de febrero de 1552
- Viena —06.03.1552
La comitiva incluía unas mil personas, la mayoría nobles, así como cientos de soldados, escuderos, lacayos y sirvientes, decenas de literas y carros con provisiones y enseres. La comitiva se extendía a lo largo de aproximadamente un kilómetro. A la cabeza de la comitiva iba una pequeña banda de músicos, seguidos por el elefante y su mahout, que eran conducidos por dos lanceros, un gigante y un enano. Recorrían entre 40 y 70 kilómetros al día. Salomón permaneció quince días en Brixen para descansar del viaje. En Brixen había un albergue llamado «Am hohen Felde», con una espaciosa posada para caballos, donde se refugió el elefante. Hay una gran expectación en la región. Miles de personas…
El artículo completo está disponible en el número 114 de la Revista Ábaco.
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