FOTO: Sara Janini
Extracto del artículo publicado en el nº 116-117 de la Revista Ábaco
Ainhoa Marín Egoscozábal
Doctora en Economía y profesora
Universidad Complutense de Madrid
África renace en la geopolítica internacional: razones
La reciente incorporación de la Unión Africana (UA) como miembro permanente del G20, viene a reconocer lo que ya se venía apuntando desde diferentes ámbitos políticos y económicos: la creciente importancia geopolítica y económica de África en la escena internacional. La entrada es, además, un impulso significativo al papel de la UA en la centralidad de la gobernanza africana. La institución ha estado inmersa en un importante proceso de reforma institucional y financiera para convertirse en una entidad menos dependiente de la financiación externa y más eficiente orgánicamente. La entrada formal en el G20 supone un espaldarazo al proceso de cambios institucionales iniciado en el año 2016.
Las razones que han impulsado el papel de África en el mundo son diversas. En primer lugar, el poder de voto de los países africanos en Naciones Unidas ha adquirido mayor relevancia. La actual parálisis del Consejo de Seguridad, donde el poder de veto de Rusia ha impedido que el organismo adopte decisiones unificadas en temas internacionales recientes, ha puesto de mayor relevancia el papel de la Asamblea General. En la Asamblea, África es el bloque regional más importante y representa en torno al 28% del total de votos totales. En un momento de importantes tensiones geopolíticas, las votaciones en la Asamblea están siendo un indicador valioso de la posición de la comunidad internacional, En consecuencia, el voto africano es ahora mucho más relevante. Esto ya se pudo observar en las diferentes votaciones habidas durante el año 2022. En marzo, sobre la condena de la invasión de Ucrania –donde casi la mitad de los países africanos optaron por no denunciar expresamente la agresión rusa–, y posteriormente sobre la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos, donde 20 países africanos se abstuvieron y 10 votaron en contra (NACIONES UNIDAS, 2022).
En segundo lugar, el continente es clave por su riqueza de recursos. Así lo ha sido en el pasado, sin embargo, el interés estratégico en los recursos africanos es ahora mayor por diversas razones. Por un lado, especialmente para la Unión Europea, la necesidad de reducir su dependencia del petróleo y gas ruso ha propiciado una búsqueda de nuevos proveedores. Europa mira a África como proveedor energético alternativo para diversificar sus fuentes. Además, con el impulso de las grandes potencias al proceso de transición a energías renovables o de baja emisión de carbono, la demanda mundial de paneles solares, baterías, turbinas eólicas ha aumentado exponencialmente. Minerales como el litio, el grafito o el cobalto, níquel y tierras raras, entre otros, son esenciales para la fabricación de las tecnologías verdes. Varios países africanos son suministradores de estos minerales, denominados minerales verdes por los países africanos y minerales «críticos» por la UE. Así, por ejemplo, Sudáfrica suministra el 71% de platino importado por la UE, otros países africanos son grandes productores de bauxita (como Guinea), fosforita (Marruecos), litio (Zimbabue), grafito (Mozambique) y cobalto (R.D. Congo, Zambia, Marruecos o Sudáfrica) (MARíN, 2022).
Finalmente, y, en tercer lugar, la creciente importancia del continente en el escenario económico internacional tiene mucho que ver con el potencial de los mercados africanos. El tantas veces señalado crecimiento demográfico de los países africanos sin excepción, las proyecciones de población, así como la juventud de la población africana, hace de los países africanos mercados de consumo de gran potencial para las empresas. A pesar de la imagen negativa del continente que existe en buena parte de las sociedades occidentales, las condiciones para hacer negocios en África no han dejado de mejorar en términos generales en los últimos 15 años (EY GLOBAL, 2020). La creciente mano de obra, junto con los avances tecnológicos del continente, están transformando el perfil de las inversiones extranjeras en el continente. Si tradicionalmente las inversiones mundiales se centraban casi exclusivamente en la extracción de recursos naturales, cada vez hay más inversiones centradas en las telecomunicaciones, el comercio minorista y los servicios.
Nuevas tendencias en las relaciones comerciales africanas
Desde los años 60, el continente africano ha tenido una fuerte dependencia comercial de Europa. En la evolución de las exportaciones para el periodo 2010-2021 (cuadro 1), se puede ver cómo la Unión Europea se mantiene como principal socio comercial para África subsahariana (representando el 21,3% de las exportaciones totales en 2010 y el 20,7% en 2021). Pero este panorama general de dependencia de la UE esconde matices: así, por ejemplo, la importancia de China como comprador de productos africanos es creciente (pasando de suponer 14,4% a un 17,3% en 2012 y 2021 respectivamente). De hecho, si además no tenemos en cuenta la fuerza combinada de los países de la UE, sino un análisis por países individuales, China es ya el principal socio comercial de África en general, y de África al sur del Sahara en particular.
Por otro lado, el comercio entre países africanos se mantiene estable representando en torno al 20% del total de las exportaciones de la subregión, mientras que países como Japón, India y Emiratos Árabes Unidos (EUA), aumentan su importancia como destino exportador. Estados Unidos es la única potencia que disminuye significativamente su importancia, pasando de ser destino del 16,3% de las exportaciones de la subregión, a representar apenas un 6% (cuadro 1).
En lo que se refiere a las importaciones de África subsahariana, la importancia relativa de la UE vuelve a tener una tendencia decreciente (pasa de representar el 26,1 del total de compras al exterior, al 22,7% una década después). China aumenta su importancia como segundo socio estratégico, siendo país de origen -en el año 2021del 18,6% del total de las compras de África subsahariana procedentes del exterior.
En definitiva, los datos de la última década muestran que la UE mantiene con dificultad el liderazgo como social comercial fundamental para África subsahariana y que China ya es de forma individual el principal socio comercial africano. Además, China lidera los incrementos en el peso comercial de los socios en la última década, y todos los socios comerciales -a excepción de EE. UU.aumentan su importancia tanto para compras como para ventas al exterior. Por otro lado, el comercio intrarregional -al menos de los países subsaharianos con el resto del continentemantiene una pauta estable, pero reducidaque pone de manifiesto la dependencia de las economías africanas del exterior. Nuevos actores, como la India o Emiratos Árabes Unidos, se perfilan como socios de interés creciente.
Los vínculos China-África se han ido cimentando a través de esfuerzos diplomáticos y comerciales, siendo la actividad institucional más visible la de los sucesivos Foros de Cooperación China-África (FOCAC) en marcha desde el año 2000. El interés de China en el continente se ha debido fundamentalmente sobre todo a la necesidad de energía y materias primas para sostener su crecimiento económico y el deseo de ganar terreno frente a EE. UU. Para EE. UU., el interés económico en los países africanos ha ido disminuyendo, al tiempo que aumentaba el énfasis ante las amenazas de seguridad y terrorismo. Rusia, por otro lado, ha centrado sus relaciones económicas con África en el terreno militar y en buscar nuevos socios comerciales tras las sanciones impuestas por los países occidentales.
En el caso de la India, gran parte del aumento del comercio en la última década puede atribuirse a las medidas adoptadas por su gobierno, así como a las iniciativas del sector privado para establecer su presencia en los países africanos. Esto responde a varias razones, entre ellas el actual déficit energético de la India y la inseguridad del suministro de otras regiones. Es por ello que África adquiere gran relevancia como proveedora de combustibles (suministrando petróleo crudo y gas), así como de minerales (como el oro) (BROOKINGS, 2022).
Existe además un interés económico creciente por África de potencias de tamaño medio, como Turquía, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí. Así, por ejemplo, el renovado interés de Turquía por el continente y su compromiso de establecer una asociación igualitaria con las naciones africanas es parte de un ciclo de altibajos en el interés del país por el continente. El impulso de la diplomacia de Turquía en África incluye actividades humanitarias, esfuerzos de diplomacia religiosa y cultural, becas e intercambios comerciales, y los últimos análisis apunta a que está ahora dispuesta además a desempeñar un papel más importante también en el ámbito militar (TEPECIKLIOğLU, VREY y BASER. 2023).
El cambio de marca de la UE en las relaciones con África
La UE tiene en marcha un complejo entramado de acuerdos, estrategias regionales, tratados comerciales bilaterales, alianzas, misiones de seguridad e instrumentos de financiación, entre otras herramientas de cooperación con África (CONSEJO EUROPEO, 2023). El resultado es un mapa complejo (e incluso a veces cacofónico) de iniciativas, y un sistema de diálogo formal donde las cumbres que se celebran entre la UE y la Unión Africana (UA) representan el nivel más elevado.
Durante décadas y desde su inicio en los años 60, la UE había mantenido un sistema de relaciones con África, (especialmente con África Subsahariana) basado en un fuerte paternalismo y una constante asimetría. Este modelo donante-receptor era consecuencia, sobre todo, de relaciones comerciales no recíprocas, con un fuerte componente de ayuda al desarrollo. A partir del año 2000, la UE empieza a pivotar hacia un modelo de énfasis en torno al mensaje de asociación entre iguales. Hay mucho de esto en la Comisión Juncker, que puso evidentes esfuerzos retóricos en resaltar que las diferentes iniciativas europeas eran «con África» y no «para África». Cuando en 2020 la entonces nueva presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen anunció la puesta en marcha de una nueva estrategia UE-África, se abría para los más optimistas una oportunidad de cumplir las aspiraciones europeas de un nuevo modelo de «asociación entre iguales» (CONSEJO DE LA UNIóN EUROPEA, 2020) y asentado en una idea fundamental: la consideración de África como socio estratégico para Europa.
El artículo completo está disponible en el número 116-117 de la Revista Ábaco.
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